El bosque de los árboles que querían ser estrellas
Había una vez, en un bosque lejano, un grupo de árboles que miraban todas las noches al cielo y soñaban con ser estrellas. Cada vez que caía la noche, observaban aquellas luces brillantes y deseaban, con todas sus ramas y hojas, poder brillar igual de fuerte y alto en el cielo.
Entre todos los árboles, había uno pequeño y delgado llamado Lino, que soñaba con más intensidad que los demás. "¡Si tan solo pudiera brillar como una estrella!", suspiraba cada noche. Los otros árboles se reían de él, pues pensaban que era un sueño imposible. "¡Los árboles no pueden ser estrellas!", le decían. Pero Lino no perdía la esperanza y, noche tras noche, elevaba su deseo a las estrellas.
Una noche de invierno, el cielo estaba especialmente despejado, y las estrellas brillaban con una intensidad nunca antes vista. Fue entonces cuando apareció una estrella fugaz, y Lino cerró sus hojas y pidió su deseo con todas sus fuerzas. “Quiero brillar en el cielo y ser tan hermoso como ustedes”, pensó con el corazón lleno de esperanza.
Al día siguiente, el bosque se despertó cubierto por una suave capa de nieve. Cuando los rayos del sol tocaron la nieve que había caído sobre las ramas de Lino, algo mágico sucedió: ¡Lino comenzó a brillar! La nieve, al reflejar la luz del sol, hacía que pareciera que él mismo emitía un resplandor. Los otros árboles miraban asombrados. "¡Mira cómo brilla Lino! Parece una verdadera estrella en el bosque", decían, sorprendidos.
Pero el brillo de Lino no duró mucho, pues la nieve comenzó a derretirse con el calor del día. Lino, sin embargo, no se desanimó. Se dio cuenta de que había cumplido su deseo, aunque solo fuera por un instante, y eso le llenó de alegría. Desde ese momento, cada invierno, Lino esperaba con ansias la llegada de la nieve, sabiendo que, aunque fuera por un breve momento, volvería a brillar como una estrella.
Con el tiempo, los otros árboles comprendieron la importancia de creer en los sueños y no burlarse de ellos, porque todos tenemos algo especial que nos hace brillar, aunque sea de una manera diferente.
Moraleja: No importa quién seas ni cuán difícil parezca tu sueño, si mantienes la esperanza y valoras lo que te hace único, encontrarás tu manera de brillar. Y recuerda, a veces, los momentos más hermosos y brillantes son aquellos que ocurren solo un instante, pero se quedan en nuestro corazón para siempre.
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